Productores argumentan que la sequía y la ola de calor modificaron los hábitos de alimentación de los animales. Por eso, escasean los de gran tamaño, lo que empuja a un incremento del precio al público. En qué afecta la gripe aviar.
En un contexto de por sí inflacionario, los consumidores sufrieron un nuevo golpe con el incremento del pollo, que subió más de 30% en los últimos días. En muchos negocios de la Ciudad de Buenos Aires el precio superó los 700 pesos por kilo, en comparación con los 550 pesos a los que se los conseguía hasta hace apenas un par de semanas.
En el caso de cortes más caros como las pechugas de pollo, el monto oscila entre 1.600 y 2.000 pesos por kilo, de acuerdo a lo que clientes de esos negocios .
En circunstancias habituales, el pollo representa un alimento sustituto de las carnes rojas, que en las últimas semanas también habían tenido un ajuste similar. De acuerdo al Indec, en febrero ese rubro aumentó más de 19%.
Podría pensarse en una suba por razones especulativas, en que los productores buscan aprovechar la mayor demanda de aquellos que dejaron los cortes vacunos para pasarse a carnes más económicas. Sin embargo, desde el sector enarbolan sus propias explicaciones para justificar los aumentos.
Así, el presidente del Centro de Empresas Productoras Avícolas (CEPA), Roberto Domenech, señaló que las recientes olas de calor dejaron su impronta en la oferta. “El calor de este verano, y especialmente de los últimos 30 días, ha sido extremo. Más allá de los sistemas de refrigeración que se pueden utilizar, se incorpora la restricción en la oferta de alimento durante el día”, señaló en referencia a una práctica recomendada por los veterinarios: si el animal come mucho con una temperatura muy elevada, corre el riesgo de sufrir problemas cardíacos y morir antes de tiempo.