Los pesos queman y los precios vuelan: las dos caras del consumo.
El 75% de los argentinos ajustó sus gastos por la crisis, pero crecen las ventas en shoppings, de motos, electrónicos y construcción. Pronósticos sombríos para el segundo semestre.
os fotos de la crisis que ilustran el estado actual del consumo. El 75% de los argentinos declaró que “en el último mes tuvo que recortar de forma significativa sus gastos del presupuesto habitual”. Pero al mismo tiempo, crecen las ventas en shoppings (35%), en hoteles y restoranes (35%), motos (10%), insumos para la construcción (15%), indumentaria y farmacias (10%) y consumo masivo (4,5%).
Son datos contradictorios. Como si fueran de dos países distintos. No obstante, los especialistas creen que todo es parte de la lógica racional en un escenario en el que confluyen variables económicas (ola de remarcaciones, escalada del dólar blue) y también sociales (salida de la pandemia y gastos postergados). “Se consiguen insumos si se pagan subas de entre 20 y 30%. El otro efecto son los particulares que construyen: como los pesos queman están pagando hasta un 40% más”. Eso es lo que cuesta edificar o refaccionar una vivienda en este contexto.
Esa doble visión sobre la economía en general (“está todo mal”) y la micro (“tengo pesos y no puedo guardarlos”) atraviesa a casi todos los sectores y negocios del país. El salto del blue y las trabas a las importaciones impactan de lleno en la venta de autos y también de electrónicos y electrodomésticos. Un fabricante de Tierra del Fuego comenta que por ahora continúan entregando mercadería pero que analizan hacer un ajuste de precios por la exigencia de financiarse a 180 días en dólares.
“Con el cimbronazo del dólar y la baja en la oferta de cuotas, las ventas se enfriaron. Aunque todavía no está claro si esto ocurre por la crisis o si es por el inicio de las vacaciones de invierno”, interpreta Pablo Cetrolo, titular de la cadena Cetrogar. El empresario sostiene que efectivamente la gente evita quedarse con los pesos por la pérdida de valor, pero añade que lo que hoy prevalece “es la cautela y los clientes están muy racionales con las compras. Por eso hay menos tráfico en los locales”, se lamentó.
Oliveto cree que en la segunda parte del año las condiciones para el consumo empeorarán. “Hasta el primer semestre, los salarios formales seguían de cerca a la inflación. Ahora se calcula para el año un 90% o más, entonces la pregunta es quiénes pueden dar ese salto”, opinó. El experto sostiene que lo más probable es que se produzca una “fuerte pérdida del poder adquisitivo”. El impacto tiene que ver con el sector social. “Arriba hay deseo de consumir. Abajo hay ganas y mucha frustración”, finalizó.
Reacciones lógicas en la pospandemia
La incertidumbre con respecto al nivel del dólar se profundizó la semana pasada. El nuevo salto del blue, sumado al endurecimiento de las restricciones para importar insumos o componentes, aceleró las remarcaciones de precios en casi todos los rubros. En las últimas dos semanas, supermercados, almacenes y kioscos recibieron listas con subas de hasta 35% y se establecieron límites a la entrega de algunos productos, como aceite, azúcar y papel higiénico.
El tembladeral político y económico empeoró una escenografía, la del consumo, que venía mostrando buenos resultados hasta el primer semestre del año, según reflejan los estudios especializados a los que accedió Clarín. Uno de ellos, elaborado en conjunto entre las consultoras W (de Guillermo Oliveto) y Almatrends Lab, señala que en la primera mitad del año aumentaron las ventas en shoppings (35%), en hoteles y restoranes (35%), motos (10%), insumos para la construcción (15%), indumentaria y farmacias (10%) y consumo masivo (4,5%).
En abril, Kantar Insights consultó a 500 argentinos de todos el país sobre los temas que más les preocupan. La mayoría respondió que la situación social y la inflación. El dato curioso es que el 27% dijo que en los próximos tiempos va a centrarse en la planificación de gastos, mientras que el 25% dice que va a “darse algunos gustos” (indulgencia) para sobrellevar la situación.
Para los expertos, esa doble vara (ajuste de gastos por un lado y mayor consumo, por el otro) obedece al impacto emocional de la pandemia, que postergó salidas gastronómicas, compras presenciales y el disfrute de entretenimientos básicos. Un reflejo de esto es que Coldplay ofrecerá en el país 10 recitales en el estadio de River, cuyas localidades se agotaron en tiempo récord. El precio promedio del ticket no era barato: $ 12.000.
El otro aspecto es la imposibilidad de acceder, por lo menos para los sectores de ingresos medios y altos, a la compra de bienes instalados en el imaginario colectivo como aspiracionales: casas, autos y viajes al exterior. Todo en un contexto de escalada inflacionaria en el cual los “pesos queman”. Así razonan en las cadenas de electrodomésticos: “Si bien no está tan claro ni tan definido cómo evolucionarán las ventas, lo cierto es que la gente no tiene posibilidades de ahorrar”, dice Pablo Cetrolo, titular de Cetrogar.
Los bienes durables (autos, motos, electrónicos, por ejemplo) son refugios de valor y equiparables, hasta cierto punto, a dolarizar los pesos. “La gente tiene el casco puesto, pero mientras espera a que caigan las bombas, si tiene un peso se lo gasta, porque inclusive quizás la guerra nunca llegue”, dice el consultor Fernando Moiguer. No obstante, aclara que para la mayoría de la población “consumir está resultando un gran esfuerzo”.
La incertidumbre golpea en toda la pirámide social. El 75% de los argentinos “en el último mes tuvo que recortar de forma significativa sus gastos del presupuesto habitual”. Esto significa que 3 de cada 4 personas achicaron consumos ya sea por la caída del poder de compra de sus ingresos o porque temen que la economía empeore sus condiciones.