El ídolo de Boca Juniors asume la dirección técnica de Rosario Central con su experiencia en el campo como única garantía para un equipo que pelea por evitar el descenso.
No tengo más que dar”, dijo Carlos Tevez en junio del año pasado y bajó la persiana. El ídolo argentino, campeón intercontinental con Boca Juniors, capitán del Manchester City inglés y goleador de la Juventus italiana, dijo adiós al fútbol a los 37 años y se recluyó en su vida privada. La última vez que su nombre había estado en los medios fue en diciembre del año pasado, cuando un tribunal argentino le obligó a pagar aportes especiales por negarse a cumplir con el impuesto a las grandes fortunas. El Apache, como le dijeron siempre en recuerdo al barrio bravo donde creció, ha vuelto a levantar polémicas esta semana, ahora por su regreso al fútbol. Desde este martes será director técnico de Rosario Central, un nombramiento en el que sus simpatías políticas, sus lazos empresariales y una supuesta falta de preparación técnica han levantado críticas en el deporte más pasional del país.
El último cisma futbolístico que vivió la ciudad de Rosario, la tercera más grande de Argentina, lo ocasionó otro ídolo de Boca. En 1993, Diego Armando Maradona jugó siete partidos en Newell’s, antes de encarar su retiro, y puso en el mapa global a una de las hinchadas más furiosas del fútbol nacional. Si está claro que el Boca Juniors contra River Plate es el clásico por antonomasia del fútbol argentino, la rivalidad entre Newell’s y Central es la más antigua… Tevez ha devuelto las miradas a Rosario, pero su situación es la contraria: Central volvió a perder anoche por el torneo local y, con el fantasma del descenso al acecho tras dos años con el cambio de categoría congelado en el fútbol nacional, el equipo necesita de un milagro para apagar sus incendios.
Boca fue el verdugo de Central en las últimas dos veces que acarició un campeonato. En 2018 venció por penales, pero la final de 2015 todavía genera la furia de los canallas rosarinos. Boca cantó campeón ante Central con un gol en fuera de juego y un penal cobrado fuera del área. El fiasco arbitral fue tan evidente que hasta el capitán xeneize se sinceró en la televisión nacional. “Se festejó muchísimo. Pero, en frío, a uno no le gusta ganar un campeonato así”, dijo entonces Tevez, que acababa de bajarse del fútbol europeo en el mejor momento de su carrera
El rencor deportivo no es la única pared que tendrá que derrumbar para ganarse a la hinchada de Central. El ídolo de Boca, que ganó una Intercontinental contra el Milan de Carlo Ancelotti y se metió en el bolsillo a la hinchada con solo 19 años, también está atado a un nombre que levanta ampollas en media conciencia nacional: Mauricio Macri. El expresidente argentino, gran amigo de Tevez, catapultó su carrera política con el éxito del Boca de principios de siglo, y El Apache, el chico humilde que se hizo solo y lo ganó todo, fue su marca registrada. El macrismo, que Tevez jamás oculta, no solo divide a los fanáticos canallas que identifican a su equipo con el barrio popular y se inclinan políticamente a la izquierda con los que no. También preocupa a quienes ven en la influencia del expresidente una manera distinta de manejar al club.
Parte de la comitiva que dirige al equipo rosarino tenía acordado que Pablo Vitamina Sánchez, un histórico del equipo, se haga cargo de la dirección técnica. En medio de las negociaciones, un empresario ofreció en nombre de Tevez y el otro a la dirigencia de Central aceptó en cuestión de días. La posibilidad partió del representante Christian Bragarnik, que según los medios especializados es “dueño de medio fútbol argentino”. Bragarnik ofreció a Tevez al equipo y firmaron un contrato cinco días más tarde. Su desembarco, como miembro de una de las carteras de entrenadores y jugadores más abultadas del fútbol local, enoja a algunas voces políticas del club. “Significa la desaparición de Central como club, su transformación en una plataforma de negocios y el avance del lavado de dinero”, denunció el actual diputado y excandidato a vicepresidente de Central, Carlos Del Frade.
Tevez, según denuncias dentro del sindicato de entrenadores, tampoco ha cumplido con los cursos reglamentarios para ser director técnico, por lo que su firma dependerá de otro entrenador registrado: el actual secretario de Deportes del Gobierno macrista de Buenos Aires, Carlos Chapa Retegui, laureado entrenador de hockey sobre hierba y gran amigo de Tevez. Retegui, que no tiene experiencia futbolística, todavía debe renunciar a su cargo político para acompañar a su amigo, pero su presencia este lunes por la noche junto a Tevez en la derrota de Central no deja dudas de que lo acompañará en la aventura.
Una generación de treintañeros que creció viendo al Boca Juniors más ganador de su historia ve ahora a otro de sus ídolos intentar triunfar desde el banco. Tevez se une a una lista con nombres como Guillermo Barros Schelotto, Martín Palermo o Fernando Gago, que se sentaron en el banquillo tras triunfar en la cancha. Ninguno, hasta ahora, tuvo grandes resultados.